El retorno del Blob

El retorno del Blob 

Las olas de calor marinas pueden ser tan devastadoras como las terrestres. La debilitación de los vientos en el océano Pacífico provocó en 2019 una anómala ola de calor marina veraniega que batió récords.

Científicos apuntan a que es muy probable que el debilitamiento de los patrones de viento en el océano Pacífico halla sido la causa pricipal de la inusual ola de calor oceánica extrema que barrió el Pacífico Norte durante el verano pasado. Según informa una nueva investigación llevada a cabo por la Universidad de Colorado Boulder y el Instituto de Oceanografía Scripps de la Universidad de California en San Diego, la ola de calor marina bautizada como "Blob 2.0", tras el "Blob"que en 2013 dañó los ecosistemas marinos y las pesquerías costeras frente a la costa oeste de Estados Unidos, alcanzó una temperatura récord de 2,5ºC, por encima de lo normal. Bajo el título "Physical drivers of the summer 2019 North Pacific marine heatwave" los resultados del estudio aparecen publicados esta semana en la revista Nature Communications. 

También conocida como una ola de calor marina, el blob hace referencia a una gran masa de agua relativamente cálida en el extremo oeste del océano Pacífico Norte, que se detectó por primera vez a finales de 2013 y continuó extendiéndose durante 2014 y 2015. Se trata de un evento inusual de calentamiento cuyas aguas pobres en nutrientes pueden afectar y afectan negativamente a la vida y ecosistemas marinos. 

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"La mayoría de las grandes olas de calor marinas han ocurrido históricamente en el invierno", explica Dillon Amaya, investigador del Instituto Cooperativo para la Investigación en Ciencias Ambientales -CIRES- y autor principal del estudio. "Esta es la primera ola de calor marina que se produce en verano durante los últimos cinco años. También es la más caliente y ha registrado la temperatura oceánica récord de los últimos 40 años". Sin embargo este no ha sido el único registro llamativo de 2019 ya que los científicos también han podido registrar los patrones de circulación atmosférica más débiles en el Pacífico Norte de al menos las últimas 4 décadas.

Para encontrar los procesos físicos que pudieran haber influido en la formación del Blob 2.0 de este pasado verano, el equipo comparó los datos reales de temperatura de la superficie del mar con un modelo atmosférico que atendía a diferentes variables. El culpable más probable, apuntan los científicos, ha sido el debilitamiento de los vientos. Con menos viento soplando sobre la superficie del océano, hay menos evaporación y portan menos enfriamiento de su superficie. Se trata de un proceso que actua de manera similar a cuando el viento enfría la piel humana al evaporar el sudor. "Lo acontecido en 2019 fue como si esta parte del océano hubiera quedado atrapado en un caluroso día de verano sin viento para enfriarlo". 

"Un adelgazamiento de la capa mixta superficial del océano -aquella donde las propiedades oceánicas superficiales se distribuyen uniformemente y no varían con la profundidad- también alimentó el Blob 2.0" explican los investigadores. Cuanto más delgada es la capa mixta, más rápido se calienta debido a la radiación solar, lo que a falta de viento puede provocar un círculo vicioso en el que la atmósfera inferior sobre el océano responde al agua más cálida disipando las nubes bajas. Esto a su vez deja al océano más expuesto a la luz solar, calentándolo aún más y propiciado la disipación de aún más nubes.

Blob 2.0 Anomalías de temperatura 2019

Las temperaturas cálidas del océano tienen el potencial de devastar los ecosistemas marinos a lo largo de la costa oeste de los Estados Unidos durante los meses más cálidos. Durante estas, las plantas y animales marinos con baja tolerancia al calor tienen un mayor riesgo de perecer que que durante el invierno: "el calor sobre el calor puede ser más dañino que el calor sobre el frío" explican los autores, quienes añaden que "con este clima cambiante, podemos ver más eventos como este en los próximos años. A medida que se acentúa el calentamiento global, los eventos extremos de calor como el Blob 2.0 del verano pasado seran cada vez más probables". 

"Es el mismo planteamiento que se puede hacer para las olas de calor en tierra", explica Amaya. "El calentamiento global desplaza todas las posibilidades hacia que se produzcan cada vez anomalías de temperatura más cálidas. El Blob 2.0 es solo el comienzo. De hecho, eventos como este ni siquiera podrán considerarse extremos en el futuro".
 
Los investigadores esperan que sus resultados ayuden a los científicos y a los encargados de tomar decisiones a predecir y prepararse mejor para las futuras olas de calor marinas. "Si entendemos los mecanismos que impulsaron este evento de verano y cómo influyó en los sistemas marinos podremos reconocer las primeras señales de advertencia en el futuro y predecir mejor cómo interactúan las olas de calor con la costa, cuánto duran y qué destructivas podrían ser ", concluye. 


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