Fuego benéfico

Fuego benéfico


Los murciélagos proliferan en los bosques parcialmente quemados.

Los murciélagos son verdaderos insecticidas vivientes. Cada noche estos mamíferos alados se aventuran fuera de las grutas y de sus guaridas a la caza de millones de insectos, entre los cuales figuran plagas agrícolas y vectores de enfermedades. Pero la pérdida del hábitat y el cambio climático, por un lado, y las enfermedades infecciosas como el síndrome del hocico blanco, por el otro, están pasándoles factura. Un nuevo estudio añade otro problema a la lista: los incendios forestales. No por exceso, sino por defecto.

En el ecosistema de la Sierra Nevada de California, los quirópteros se han adaptado a los incendios ocasionales. Pero un siglo de prevención y lucha contra el fuego ha mantenido intactas ciertas zonas durante demasiado tiempo, lo que ha dado lugar a bosques cerrados con un sotobosque denso. «Queremos ver cómo esos cambios en la dinámica de los incendios están influyendo en la biodiversidad de estos mamíferos», explica Zack Steel, ecólogo de la Universidad de California en Berkeley que estuvo a cargo del proyecto mientras estudiaba el grado en el campus de Davis de la misma institución.

A lo largo de tres años, Steel y sus colaboradores desplegaron equipos de escucha en seis lugares de las montañas de Sierra Nevada para contarlos mediante la grabación de sus distintivos chillidos y chasquidos de ecolocalización. Tres habían sufrido un incendio hacía poco y los otros tres permanecían inalterados.
Diecisiete especies de quirópteros residen en esos bosques. El estudio reveló que ocho frecuentaban los lugares inalterados, mientras que 11 lo hacían en los quemados; algunas visitaban ambos. «Esperábamos ver un grupo de especies a las que el fuego beneficiaría, las adaptadas a los espacios abiertos, y otro, formado por las adaptadas a la espesura, a las que este perjudicaría, al preferir las zonas indemnes», explica Steel. «Pero incluso algunas de estas últimas solían frecuentar más las zonas chamuscadas.»

Según escriben los autores, lo ideal es un mosaico de zonas intactas y quemadas en diverso grado, que denominan pirodiversidad. Los resultados se publicaron el pasado diciembre en la revista Scientific Reports.

«Cuando las llamas generan una gran variación en el hábitat, son muchas las especies que se benefician de diferentes maneras», afirma el biólogo de la Universidad de Connecticut Andrew Stillman, que no participó en el estudio. «En su conjunto, la comunidad se hace más diversa, algo que es bueno para el paisaje.»

Extinguir con rapidez los incendios forestales hace que algunas especies pierdan sus fuentes de alimento y sus recursos. «El fuego es un elemento natural del ecosistema y muchos animales precisan de la alteración que este crea para disponer del tipo de hábitat que necesitan», añade Stillman. «Esto demuestra otra consecuencia negativa más de la supresión del fuego en los bosques de California adaptados a él.»


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